Acerca de mí
Soy Ebru Gurlek , una mujer que crea a partir de la visión. Mi don es la capacidad de imaginar con precisión : ver cada detalle de un sueño antes de que exista, vivirlo plenamente y luego darle forma en la realidad. Así es como diseño prendas, boutiques y experiencias que transmiten belleza y significado.
Sin embargo, mi verdadera vocación trasciende la creación. He aprendido, a través de mi propio camino largo y casi trágico, que todo ser humano anhela ser verdaderamente visto, valorado y amado. Creo que cada persona es un universo luminoso, y nada me inspira más que revelar ese brillo.
Lo que me motiva es guiar a mujeres y hombres a que abracen su valentía, a que dejen atrás los miedos que los silencian y a que abracen su autenticidad con confianza y elegancia. Para mí, la moda no es solo tela: es un lenguaje de autoconocimiento, un espejo que refleja la verdad interior y un camino hacia la libertad.
Mi viaje a crochet
Mi historia con el ganchillo comenzó en la infancia, guiada por las manos pacientes de mi madre, mi abuela y mis tías. De ellas heredé no solo un oficio, sino también el legado de crear con amor. Desde muy pequeña, descubrí que los regalos hechos a mano tenían un poder especial: eran ofrendas únicas para almas únicas.
Con el tiempo, me convertí no solo en una creadora apasionada, sino también en una crochetera experta , trabajando junto a otras personas que comparten este nivel de maestría. Mis ojos y mis manos están entrenados para reconocer y perfeccionar hasta los más mínimos detalles, desde la calidad del hilo hasta la precisión de la técnica. Para mí, la excelencia es fundamental; es la única manera de presentar algo verdaderamente nuevo.
Puedo pasar horas reflexionando sobre cómo crear una pieza: dónde empezar el patrón, cómo minimizar las uniones, cómo lograr un acabado impecable. Cada puntada es una decisión. Cada textura se imagina cuidadosamente antes de que exista. Es como resolver un rompecabezas, y es ahí donde mi talento florece: en transformar la complejidad en armonía.
Sin duda, el ganchillo se convirtió en mi santuario, mi refugio y mi terapia durante los momentos más difíciles de mi vida. Cada puntada ha reflejado tanto la lucha como la sanación, tejiendo resiliencia en belleza. Cuando finalmente decidí compartir mis creaciones con el mundo, sucedió algo extraordinario:
En mi primera aparición editorial, mi trabajo fue visto, reconocido y comprendido. Poco después, se me ofreció la oportunidad de presentarlo en Hollywood, un hito que confirmó la universalidad de mi visión y la resonancia de mi oficio. Con tan solo una maleta llena de prendas y sueños, comencé a presentar mi marca, y a partir de ahí, empezó a crecer.
Lo que más me entusiasma es que mi imaginación no tiene límites. Las ideas me llegan más rápido de lo que mis manos pueden procesarlas, pero cada una espera pacientemente su momento para ser materializada. Y sé que nunca dejaré de crear.
La historia de la boutique
En 2023, justo cuando lanzaba mi marca de crochet, surgió otra oportunidad inesperada. Mi boutique favorita de la ciudad cerraba sus puertas y, aunque me entristeció, también sentí una vocación. Decidí hacerme cargo del negocio.
Sin ninguna experiencia en la gestión de un negocio de seis cifras , el camino fue de todo menos fácil. Como forastero, extranjero y recién llegado, podría haber optado por la vía segura y tradicional. Pero, en cambio, confié en mi intuición, asumí riesgos y dejé que mi pasión se impusiera a las convenciones.
Muy pronto, me hice conocida. Gracias a las redes sociales, el nombre de la boutique se difundió y la gente empezó a confiar en mi criterio. Sin embargo, lo que realmente lo transformó todo no fue solo la moda, sino la conexión . Me propuse como misión secreta conocer a mis clientas profundamente: verlas y comprenderlas no solo como clientas, sino como mujeres, como almas.
Las escuché con atención y, a cambio, me abrieron sus corazones. En muchos sentidos, me convertí en una psicóloga sin licencia , incorporando mis propias experiencias de vida y sanación a nuestras conversaciones. Esa confianza creó algo excepcional: una comunidad de mujeres que se sentían no solo vestidas, sino apoyadas, comprendidas y empoderadas.
Esta experiencia marcó un antes y un después en mi vida. Me di cuenta de que la boutique ya no era solo una tienda, sino un estudio vivo de estilo, transformación y conexión. Así que decidí seguir creciendo: renovarla por completo con una visión fresca que transmitiera no solo moda, sino también significado, elegancia y la libertad de ser uno mismo.
No sé qué me depara el futuro, pero estoy creando mi propio espacio para ser yo misma y disfrutarlo plenamente. En este proceso, la boutique se ha convertido en algo mucho más grande que un negocio: es un santuario que funciona por sí mismo, ayudando a los demás de innumerables maneras. Se ha transformado en un espacio donde las mujeres también pueden ser ellas mismas: un lugar de conexión, alegría y empoderamiento. Y saber que muchas mujeres ahora ven esto como su primera opción para inspirarse y fortalecerse es, para mí, invaluable.

